Europa frente a la Tecnología: ¿Protección ciudadana o freno ?

¿Alguna vez has tenido esa extraña sensación? Sostienes la última maravilla tecnológica en tus manos. Sin embargo, existe una desconexión. Las promesas de Apple, Google o Samsung parecen incompletas. Sus fichas técnicas presumen de novedades increíbles. Pero muchas de estas funciones no están disponibles en Europa. No es tu imaginación. Es una realidad para 450 millones de consumidores. Esperamos estas innovaciones. A veces, esperamos mucho tiempo.

¿Cómo hemos llegado a esto? Europa es uno de los mercados más ricos del mundo. Aun así, se ha convertido en una especie de isla regulatoria. Las innovaciones más punteras suelen llegar en último lugar. La respuesta es compleja. Reside en un choque de filosofías. Por un lado, está la velocidad de Silicon Valley o Shenzhen. Por otro, la prudencia de Bruselas. La Unión Europea está en una búsqueda de soberanía digital. Esta búsqueda podría transformar la innovación tal y como la conocemos.

La DMA: Poniendo fin al reinado de los gigantes tecnológicos

Para entender la situación, debemos analizar tres pilares legislativos. El primero es la Ley de Mercados Digitales (DMA). Entró en vigor en 2023. Su objetivo es muy claro: controlar a los titanes de la tecnología. La DMA no se aplica a todas las empresas. Se dirige a un puñado de actores. La UE los llama «controladores de acceso» o «gatekeepers».

Estos gigantes incluyen a Alphabet (Google), Amazon, Apple, ByteDance (TikTok), Meta y Microsoft. Para entrar en esta categoría, una empresa debe ser un monstruo del mercado. Debe generar al menos 7.500 millones de euros en ingresos. Otro criterio es una capitalización de mercado de 75.000 millones de euros. Además, debe tener decenas de millones de usuarios.

Una vez designados, estos controladores de acceso deben seguir reglas estrictas. Tienen una lista de lo que pueden y no pueden hacer en Europa.

Obligaciones clave:

  • Permitir a los usuarios instalar tiendas de aplicaciones alternativas (sideloading).
  • Hacer que los servicios de mensajería sean interoperables.
  • Dejar que los usuarios desinstalen cualquier aplicación preinstalada.

Prohibiciones principales:

  • Se acabó la autopreferencia. Una empresa ya no puede favorecer sus propios productos en sus clasificaciones. Probablemente lo hayas notado. Cuando buscas un lugar en Google, Google Maps ya no se abre automáticamente.
  • Está prohibido el seguimiento de usuarios con fines publicitarios sin su consentimiento explícito.

En caso de incumplimiento, las multas son colosales. Pueden alcanzar el 20% de los ingresos globales en caso de reincidencia. El mensaje de la UE es, por tanto, claro. La era de los ecosistemas cerrados, donde una sola empresa lo controla todo, ha terminado en Europa.

Europe

La Ley de IA: Regulando la inteligencia artificial para la confianza

El segundo pilar es la Ley de Inteligencia Artificial (Ley de IA). Es la primera ley integral del mundo sobre este tema. Su propósito no es ahogar la innovación. Su objetivo es regularla según una pirámide de riesgos.

En la cima se encuentra el riesgo inaceptable. Ciertas prácticas están simplemente prohibidas. Por ejemplo, los sistemas de puntuación social por parte de los gobiernos. También están prohibidos los juguetes que usan asistencia por voz para fomentar comportamientos peligrosos. Del mismo modo, es ilegal la recopilación indiscriminada de rostros de internet para crear bases de datos de reconocimiento facial.

A continuación, está el alto riesgo. Esto concierne a la IA utilizada en áreas críticas. Hablamos de la selección de currículums, la evaluación de créditos o los diagnósticos médicos. Estos sistemas deben cumplir estrictos requisitos de transparencia y supervisión humana. Por ejemplo, si pides consejo médico a una IA, debe advertirte que consultes a un médico.

Finalmente, está el riesgo mínimo o limitado. Esto representa la gran mayoría de las IA actuales. Los filtros de spam o los sistemas de recomendación son ejemplos. Están sujetos a pocas o ninguna obligación. La Unión Europea busca así crear una IA fiable, alineada con sus valores fundamentales.

Derecho a reparar: La batalla contra la obsolescencia programada

El tercer y último pilar se refiere al hardware. Europa está abordando directamente la obsolescencia programada. También pretende reducir la montaña de residuos electrónicos. Una medida radical entrará en vigor en 2027. Los fabricantes tendrán que diseñar smartphones con baterías fácilmente reemplazables por el usuario.

Se acabaron las baterías pegadas que requieren herramientas especiales. La idea es simple. Deberías poder cambiar tu batería tú mismo, en casa. Empresas como HMD ya ofrecen teléfonos que cumplen con esta futura norma.

Sin embargo, la ley prevé una escapatoria. Los fabricantes pueden evitar esta obligación. Para ello, deben demostrar que sus baterías son excepcionalmente duraderas. Una batería debe conservar al menos el 80% de su capacidad después de 1000 ciclos de carga completos. Esto equivale a unos cinco años de uso. Es por eso que cada vez más ves el número de ciclos de carga en tu teléfono.

Además, este derecho a reparar trae otra garantía esencial. Las empresas deben poner a disposición las piezas de repuesto durante al menos siete años. Esto te da el poder de reparar tus dispositivos a largo plazo.

El precio a pagar: ¿Cuáles son las consecuencias para los usuarios?

Todas estas leyes forman una estrategia clara: recuperar el control. Pero, ¿cuál es el precio para los consumidores europeos? Una encuesta de la CCIA revela una frustración generalizada desde la entrada en vigor de la DMA. Los números hablan por sí solos.

Dos tercios de los europeos afirman que necesitan más clics para encontrar lo que buscan. Casi el 61% de los usuarios de motores de búsqueda pierden hasta un 50% más de tiempo buscando. Finalmente, el 42% de los viajeros frecuentes encuentran los resultados de búsqueda de vuelos y hoteles menos relevantes. Estas complejas regulaciones crean, por tanto, una fricción inmediata para el usuario final.

La visión de Europa: ¿Proteger para innovar mejor?

Frente a estas críticas, uno podría hacerse una pregunta. ¿Por qué la Unión Europea se impone todo esto a sí misma? La respuesta no es reprimir la tecnología. Es dar forma a una visión a largo plazo. El argumento central es acabar con los «jardines cerrados» de los gigantes tecnológicos.

De hecho, la DMA tiene como objetivo reequilibrar el campo de juego. El objetivo es dar una oportunidad a miles de start-ups y pymes europeas. Al abrir los ecosistemas, la UE espera estimular una nueva ola de innovación local. Europa no solo quiere consumir tecnología. Quiere darle forma según sus propios principios: equidad, apertura y respeto por la privacidad.

En conclusión, Europa se encuentra en una encrucijada. Las nuevas regulaciones crean frustraciones a corto plazo. Retrasan la llegada de ciertas características. Sin embargo, sientan las bases para un ecosistema digital más justo y abierto. La estrategia es ambiciosa. Europa sacrifica algo de velocidad para imponer sus valores. Solo el tiempo dirá si esta audaz apuesta creará un nuevo modelo de innovación sostenible.

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